En el estanque
flotan
las monedas,
esas monedas
que dejaron los vecinos
cuando creían
que el brillo
iba a espejarse
en las miradas
de los gatos negros,
formando un yin y yang,
un equilibrio,
entre
la suerte
y la mala suerte.
Y en los bolsillos,
llevaban tréboles
de sal caída,
o gatos de los chinos
llenos de espejos rotos,
sostenidos
en la creencia
de que todo es malo
y todo es bueno
en una mezcla inexacta
de astrología,
y de destino.


Lourdes López

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